De la muerte al Valhalla: Nunca hay que dar por vencido al Real Madrid
Por Adrían Marcos
El pueblo vikingo creía en la vida después de la muerte e incluso iban un paso más allá, los guerreros esperaban caer en el campo de batalla para alcanzar el paraíso donde Odín les recibiría como auténticos héroes. El madridismo no podría haber escogido mejor símil para su equipo pues a los guerreros que visten de blanco nunca se les puede dar por muertos ya que es entonces, cuando peor parecen estar, el momento en el que resurgen para compartir mesa con los dioses.
El Real Madrid atravesaba hasta hace poco más de siete días una de sus peores rachas en años con una sola victoria en cinco partidos, tres derrotas, la clasificación para los octavos de la Champions League en el alambre y LaLiga escapándose a pasos agigantados. La continuidad de Zidane estaba puesta en duda, la plantilla cuestionada al completo y el equipo toca fondo en Kiev antes de una semana tan decisiva como complicada.
Sevilla, Borussia Mönchengladbach y Atlético de Madrid se presentaban como las batallas definitivas y, tras prácticamente morir por el camino, el equipo resucita para demostrar aún queda Real Madrid para rato. Tres victorias consecutivas en tres partidos cruciales ante rivales de tanta entidad como los colchoneros, que eran intratables en LaLiga y no conocían la derrota, y todas ellas dejando muy buenas sensaciones en cuanto al juego para cambiar por completo la dinámica.
Cinco goles a favor y ninguno en contra para recuperar la confianza en una defensa que les llevó al título liguero tras el parón. Tres porterías a cero que bien valen para halagar el buen hacer de Courtois, Varane, Nacho y Sergio Ramos, que vuelve como el capitán del ejército que, tras ser herido en la batalla, lidera a los suyos en el camino hacia la victoria. Y otra cosa no, pero el camero pinta de vikingo tiene de sobra.
Una retaguardia cubierta a las mil maravillas para que, por delante, pongan la magia Toni Kroos y Luka Modric, que han recuperado su mejor versión tanto en ataque como en defensa cuando el equipo más los necesitaba. Y arriba, donde todo se decide, un auténtico genio como Benzema que también regresa tras una larga y notable ausencia para poner unos días el trabajo, otros los goles, pero siempre la clase.
El equipo, que parecía resquebrajarse en mil pedazos, vuelve a mostrar esa imagen de bloque unido, de ejército dispuesto a luchar en una y mil guerras hasta dejarse el la piel, literalmente en algunos casos, al tiempo que se reincorporan algunos de sus mejores hombres. El regreso de Carvajal y Valverde engrosan la lista de buenas noticias para Zidane, pero también la de problemas ante el gran nivel de futbolistas como Lucas Vázquez o Modric, que actualmente deben ser fijos.
Y con todo esto el técnico galo es quien sale más reforzado tras superar su peor crisis en el banquillo merengue, demostrando que el Real Madrid hace buena esa frase de "las finales no se juegan, las finales se ganan". Los blancos han derrotado a FC Barcelona, Inter de Milán, Sevilla, Borussia o Atlético cuando más necesario se antojaba.
Ahora, cuando las críticas y las dudas se disipan, y el equipo está en octavos de la máxima competición europea como primero de grupo y escalando posiciones en LaLiga, es cuando más a la vista se presenta ese espíritu vikingo. Ahora que el equipo ha dejado atrás las malas sensaciones para comenzar una buena racha, ahora que han superado la muerte para alcanzar el Valhalla.