¿TRAICIÓN AL VESTIDOR? | Juan Carlos Osorio, el hombre que se ganó las peores críticas por su compleja actitud
Por Carlos Alberto Pérez García
Y de pronto, los tres años de críticas al proceso de Juan Carlos Osorio se transportaron al presente y dejaron en claro que la silla de entrenador nacional es una de las más calientes en toda la República Mexicana, pues en los 33 meses que duró su gestión, dividió como nunca antes al aficionado azteca entre simpatizantes y opositores de su trabajo, uno que estuvo marcado de grandes aciertos y terribles errores.
A Juan Carlos le bastaron 30 segundos de entrevista para demostrar que su persona es capaz de hacer enardecer a la mitad del pueblo mexicano que recuerda su gestión como una de las peores, pero lo cierto es que México tuvo en Osorio a uno de los mejores estrategas de toda su historia. Lamentablemente para el colombiano, su loable gestión fue manchada por su complicada manera de afrontar los medios de comunicación y la rectitud de sus palabras frente a la afición y sus jugadores.
"“Cuando enfrentamos a Brasil, yo reuní al grupo, a todos los jugadores de México y pregunté; '¿Ustedes creen que estamos preparados para jugar contra Brasil?' Y la respuesta fue silencio y yo ‘falé’ (hablé), yo dije '¡yo estoy preparado!', porque me he preparado 30 años, 40 años para jugar contra los mejores… ”. "
- Juan Carlos Osorio
Por alguna razón extraña, Juan Carlos Osorio es visto como un personaje que dio más discurso que resultados y que disfrazó su habilidad estratégica en discursos motivacionales, pero el verdadero conflicto aquí es que el 'Profe' cambió el paradigma de los entrenadores nacionales. Dejó de seguir el juego de mercadotecnia que tenía Miguel Herrera y tampoco adoptó su docilidad con los medios de comunicación. Osorio simplemente trató de trabajar y hablar de fútbol, pero eso simplemente no le cuadraba al cuarto poder del país.
Luego del terrorífico 7-0 contra Chile en la Copa América Centenario, Osorio no encontró sustento suficiente para complacer a fanáticos ni analistas y una sospechosa campaña en contra suya comenzó a girar alrededor. Era el primer partido que perdía como seleccionador del Tri, pero Osorio ya había sido apuntado en la lista negra del Tri.
Esta situación se vio reflejada durante toda su gestión y no supo (ni quiso) darle vuelta, porque se acostumbró a trabajar de esa forma y su trabajo se convirtió simplemente en un reto personal. Nada de vínculos con el país ni con sus futbolistas. En ningún momento sintió afecto por la selección y esto la afición lo resiente y lo condena. Nadie quiere un técnico extranjero que no sienta los colores dirigiendo al equipo más importante del país.
Así se comenzó a perder el justo valor que su impresionante análisis táctico merecía, porque nunca antes la selección había tenido un entrenador tan preparado y actualizado en este ámbito. Su verdadero trabajo se perdió entre las palabras que acompañaban sus actitudes, esas que nunca convencieron a la afición porque tal vez era lo único en lo que no era bueno.
Nuevamente demostró que las entrevistas y las cámaras no son lo suyo para ganarse adeptos, y en una afición dolida por el desenlace del último mundial, sus nuevas palabras calaron hondo y recordaron el por qué se ganó tantos enemigos en el fútbol mexicano, pues sus reacciones siempre rozaron las fibras más sensibles de los aficionados.
Al final del día contó una anécdota que toca el orgullo de los mexicanos, pero al no escuchar a ningún futbolista desmentirla, puede que haya mencionado una triste realidad para el balompié azteca. Su trabajo también debió trascender de la pizarra y provocar la euforia y confianza en sus jugadores para responder esa pregunta, pero todo parece indicar que su único fuerte quedó en el exclusivo trabajo táctico.
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