La actitud antagonista de Mazatlán F.C. es la picardía necesaria para ganar aficionados y crear rivalidad

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Mazatlán F.C. lo entendió absolutamente todo. En este planeta el peor color que se puede escoger es el gris, ese que no se inclina hacia ningún bando y que pasa desapercibido el tiempo que dure su existencia. Como un club totalmente nuevo, la mejor manera de arrancar es creando ruido, haciéndose notar y generando expectativa, algo que los sinaloenses hicieron de maravilla.

Como piratas que desembarcaron en el puerto arrebatando todo hicieron su primera aparición con mayor fuerza que toda la que ha tenido Atlas, Morelia o Necaxa juntos en los últimos 5 años. Llegaron con actitud y ganas de ganarse nuevos aficionados mediante el antagonismo de la liga, uno que hasta el momento nadie ha querido absorber públicamente.


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Hoy en día las instituciones están regidas por la aburrida y muy necesaria norma del "deber ser", esa que no permite burlas ni prepotencia, que castiga a los rebeldes y alaba a los políticamente correctos. Esa misma norma ha hecho que las instituciones se conviertan en entes aburridos, pero que en esta época de caos que vive el mundo son más que necesarios, por eso jamás deberán desaparecer, pero a la vez también le da fuerza a aquellos que se atreven a cambiar el paradigma, como lo está haciendo Mazatlán F.C.

El fútbol mexicano necesita un villano, alguien que en verdad se monte en el papel y se crea el verdadero antagonista de la película, porque hasta el momento ese puesto lo tiene el América, pero lo tiene gracias a su actitud ganadora y prepotente, no por sus declaraciones irreverentes ni su deliberada forma de caer mal, simplemente es odiado por ganador. En cambio, Mazatlán nace sin títulos ni historia, sólo con el objetivo de incomodar y crear un poco de caos, algo que sólo podía surgir con un club totalmente nuevo.

Esto les traerá aficionados y apoyo, pero también tocará fibras sensibles y ocasionará animadversión con comentaristas y equipos, porque quien se atreve a hablar antes de jugar se gana el deseo de callarlo mediante hechos y no palabras. Esa es la actitud que necesita un equipo que nace sin nada, porque de otra forma hubiera sido imposible crear ruido.

Imposible porque la inversión no iba a dar para fichar cracks ni convertirse en el nuevo millonetas de la liga. Tenían que inclinarse por un bando que diera de qué hablar entre aficionados y analistas y escogieron uno divertido, peligroso y polémico. Tres factores que reinan en este circo llamado fútbol mexicano. En resumidas palabras, le dieron al clavo, solo falta demostrarlo un poco dentro de la cancha.


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