El abismo de la brecha salarial en el mundo del fútbol sigue siendo insalvable
Por Estefanía Ramos
El fútbol femenino está derribando fronteras y prejuicios y poco a poco ha conseguido hacerse un hueco en la sociedad. El camino recorrido ha sido largo y complicado, pero ni mucho menos se ha llegado a su fin. La brecha salarial entre hombres y mujeres es un hecho evidente también en el mundo del fútbol. Cuando se habla de que el mundo del futbol se ha vuelto loco por las cifras astronómicas que cobra un jugador determinado en realidad se está hablando sólo de una mínima parte de los profesionales de este deporte, sólo de los cracks mundiales y por supuesto si son hombres.
El resto de los futbolistas están un peldaño por debajo y cuando se trata de mujeres hay que bajar todavía unos cuantos pisos más, tantos que no se ve el fondo. Las diferencias de salarios entre personas que realizan el mismo trabajo son apabullantes. Las tres futbolistas con los salarios más altos son Alex Morgan, Megan Rapinoe y Ada Hegerberg, en torno a 400.000 euros anuales cada una, mientras que Messi gana casi 6 millones de euros al mes. En España el salario mínimo de los futbolistas de LaLiga Santander es de 150.000 euros al año y para los futbolistas de Segunda División es de 77.500 euros, mientras que las futbolistas están en 16.000 euros al año, algo tan injusto como insultante.
Los beneficios que generan los grandes cracks mundiales como Messi, Cristiano o Neymar son el mejor argumento para defender que cobren esas cantidades. Y es justo que el salario vaya en función del rendimiento, pero ambos bandos tiene que jugar en igualdad de condiciones y eso no sucede. Las oportunidades y los medios que tienen los hombres en este fútbol no son los mismos que tienen las mujeres. El fútbol femenino parte con desventaja ya que tiene menos visibilidad en los grandes medios de comunicación y los patrocinadores no invierten tanto como en el caso de los hombres. Jugando con esa desventaja, la brecha salarial entre hombres y mujeres en el mundo fútbol es un gran obstáculo que tardará mucho tiempo en ser salvado y mientras no se den las mismas condiciones de igualdad para todos será muy difícil reducirla.
Las cifras de la élite del fútbol se han desbordado. Si ya son odiosas las comparaciones de los salarios entre jugadores de un mismo equipo, o entre los grandes clubes y los más modestos, en el fútbol femenino el salto es abismal. La lucha por la igualdad continúa, paso a paso se van logrando las conquistas y llegará el día en el que estas diferencias por hacer el mismo trabajo sean solo una anécdota.
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