¿Cuál es la solución para la violencia de las barras del futbol mexicano?
Las tristes imágenes del enfrentamiento ocurrido entre aficiones de Querétaro y Atlas siguen dándole la vuelta al mundo. La saña y la violencia fueron dos de los elementos presentes y preponderantes en las instantáneas y grabaciones de la gresca en el Estadio Corregidora.
Dos días después del trágico evento, la Liga MX ha comunicado las primeras sanciones: los Gallos Blancos no podrán jugar de local hasta nuevo aviso y las barras de los equipos visitantes ya no podrán asistir a los estadios.
Estas son las sanciones que se han impuesto a nivel deportivo. El Gobierno de Querétaro informó este lunes que se canceló el servicio de la empresa de seguridad privada que fue contratada para este partido, además de que se suspendió a cinco funcionarios públicos por los lamentables hechos registrados en el Estadio Corregidora. Sin embargo, hasta el momento no se ha informado sobre algún detenido por los enfrentamientos del pasado sábado 5 de marzo.
Las primeras sanciones por parte de la Liga MX, en primera instancia, parecen tibias. Parece que no se ha dimensionado la verdadera magnitud del problema. De acuerdo con los reportes periodísticos más recientes, el futbol mexicano de primera división se reanudaría este viernes 11 de marzo, menos de una semana después del grave evento registrado en Querétaro.
El problema con esta decisión es que no se ha entendido que este no fue un hecho aislado, sino que las condiciones están puestas para que esto se vuelva a replicar en cualquier plaza de la Liga MX. No importa si es San Luis, León, Guadalajara, Puebla, Monterrey, Ciudad de México o Mazatlán. Esto, tarde o temprano, volverá a ocurrir en algún estadio del futbol mexicano si no se le da la seriedad necesaria al tema y se trabaja en prevenir y atacar el problema.
El problema de las barras, o grupos de animación, como se les llama de manera eufemística, es mucho más profundo y complejo que las soluciones que ha ofrecido la liga. Este tipo de situaciones no van a terminar porque no se les permita el ingreso al estadio. Para buscar una verdadera solución, la Liga MX debe de tomarse tiempo, analizar y estudiar la situación, acudir con expertos y, ahora sí, tomar en cuenta sus recomendaciones y aplicarlas.
Una primera decisión en la dirección correcta para mitigar la violencia en los estadios es el proceso de credencialización de los aficionados. Para tener un control más eficiente, garantizar la seguridad y poder fincar responsabilidades en caso de que se registren hechos como los de La Corregidora. En pocas palabras, la liga y los equipos necesitan saber quiénes son sus seguidores. Asimismo, deben de implementarse estrictos controles de seguridad a la entrada de los estadios.
Las imágenes del enfrentamiento en Querétaro muestran que los integrantes de la porra de los Gallos Blancos estaban armados con objetos que, supuestamente, no pueden ser ingresados a ningún inmueble. ¿Cómo es posible que eso pasara? ¿Cómo estas personas pudieron superar el control de ingreso al estadio? Son algunas de las preguntas que todos nos hacemos después de ver las imágenes de lo sucedido este fin de semana.
Muchos comunicadores y usuarios de redes sociales han solicitado que la Liga MX erradique las barras. ¿Pero realmente se puede hacer esto? Cuando se habla de estos grupos de animación, se habla en abstracto sin considerar que son estructuras complejas que obedecen a diversos intereses. Hablar sobre la eliminación de las barras, sin objetivos y estrategias específicas, es como hablar de la eliminación del crimen.
La solución a este problema debe de ser un esfuerzo colectivo entre los tres niveles de gobierno, la Liga MX, los clubes, sociólogos, antropólogos sociales, entre otros expertos con experiencias en otras partes del mundo, patrocinadores, medios de comunicación y, por supuesto, la sociedad civil. El fin de la violencia en las gradas del futbol mexicano no se dará de la noche a la mañana, pero se tiene que empezar a delinear de manera inmediata tras las macabras escenas registradas en Querétaro.