Camavinga y Rodrygo fueron claves para obrar el milagro
Lo que pasó anoche en el Santiago Bernabéu solo tiene una explicación; Dios es del Real Madrid. Después de unos octavos de infarto, unos cuartos trepidantes con prórroga incluida, cuando nadie creía en el Madrid (excepto los madridistas), cuando le daban un 1% de posibilidades de pasar, volvió a suceder. Rodrygo, el hombre revulsivo entró para anotar dos goles en dos minutos.
El Real Madrid estuvo 89 minutos sin marcar un solo gol, y cinco minutos más tarde ya había puesto el 3-1 en el marcador, algo inédito que nunca volveremos a ver, o sí, con este equipo nunca se sabe. Rodrygo salió por la puerta grande, pero lo de Camavinga fue para enmarcar. Salió cuando el Real Madrid necesitaba hombres de gol. Vinicius, Benzema, Asensio y Rodrygo ocupaban el ataque blanco, y él solo sostuvo el centro del campo de conjunto blanco. Muchos hablan de una reencarnación de Redondo, pese a ser palabras mayores. Sin duda ha nacido una nueva estrella en el Bernabéu.
Potencia, velocidad, regate, buen toque de balón, siempre bien posicionado, nunca le quema el balón en los pies, es decir; un jugador nacido para triunfar en el club más grande el mundo. El relevo de la gloriosa e irrepetible CMK está más que asegurado con jugadores como él o Fede Valverde. El Real Madrid se ha plantado en una final más. El Rey de Europa vuelve a estar en su sitio después de ganar a los mejores equipos del mundo.