¿Por qué no triunfó Maradona en Barcelona?
Por Adrían Marcos
El triste fallecimiento de la leyenda del fútbol argentino nos ha llevado estos días a echar la vista atrás y recordar la carrera del 'Pelusa' como futbolista, con sus más y sus menos, sus subidas y bajadas, como una montaña rusa. Sin duda alguna Maradona vivió sus mejores momentos a nivel futbolístico con la 'Albiceleste' y con el Nápoles, pero antes de llegar a lo más alto tuvo un paso bastante gris por la Ciudad Condal, donde se quedaron con las ganas de disfrutar más de él.
Después de varios años de negociaciones en los que la directiva blaugrana tentó al futbolista pero no convenció ni a Argentinos Junior ni a Boca Juniors, Diego terminó recalando en el FC Barcelona a cambio de, según dijeron entonces, 960 millones de pesetas. Una cifra récord en aquellos años, pero que a día de hoy parece insultante si se traspasa a euros.
Tanto José María Minguella, principal valedor de Maradona hace ya 40 años, como Joan Gaspart, directivo azulgrana entonces, han confesado a lo largo de los dos últimos días que fue una negociación, como ya se sabía, muy complicada. En Argentina no querían que su estrella de presente y futuro se fuese antes del Mundial de 1982, e incluso después persiguieron una comitiva que tuvo que ser escoltada cuando Diego y los representantes del club iban hacia el aeropuerto.
Las mismas trabas se encontró el futbolista durante los dos años que lució los colores del FC Barcelona. Tras debutar, jugar 13 partidos y marcar seis goles, se le detectó una hepatitis y fue apartado durante más de tres meses, lo que le impidió ayudar a los suyos a lograr un título liguero que se quedó muy lejos. Para entonces el club había destituido a Udo Lattek, con quien Maradona había tenido varias discusiones, y había contratado a César Luis Menotti.
Si que consiguieron en esa primera temporada conquistar tanto la Copa del Rey como la de la Liga, que hoy equivale a la Supercopa de España. La primera el 4 de junio, ante el Zaragoza y en el Santiago Bernabéu, y la segunda en el mismo escenario, frente al Real Madrid y con uno de sus goles más recordados de su paso por Barcelona, que levantó a una afición que se rindió a sus pies.
Diego se coronó entonces como uno de los grandes futbolistas del país y arrancó su segundo curso con la esperanza de correr mejor suerte, pero no fue así. En la cuarta jornada, frente al Athletic Club, se produjo la famosa entrada de Andoni Giokoetxea que le destrozó el pie y le volvió a dejar otros tres meses y medio.
Maradona reapareció con dos goles ante el Sevilla y cerró la temporada con 11 tantos, pero sin el título. Por segundo año consecutivo el FC Barcelona se plantó en la final de la Copa del Rey, un partido marcado por la tensión desde días antes ya que les enfrentaba al Athletic Club, que se impuso por la mínima. Ese encuentro pasará a la historia por la batalla campal entre futbolistas que se produjo tras el pitido final y que comenzó el propio Diego.
Los azulgranas confiaban en que Maradona continuase en el club, pero su intención después de estos problemas, con una sanción por su último partido, más los que tuvo con la directiva y con Menotti, que tras apoyarle siempre terminó cansado, le llevaron a reclamar su salida. Núñez, que fue el encargado de su fichaje, terminó cediendo y el Nápoles invirtió 1.200 millones de pesetas.
Diego se despidió tras 58 partidos y 38 goles con el FC Barcelona, dejando la sensación de que se iba el que, a la postre, se convertiría en el mejor futbolista del mundo, y de la historia para muchos.
El paso de Maradona por la Ciudad Condal estuvo marcado por esa montaña rusa con más fracasos que éxitos que, entre otras cosas y como admitió él mismo, le llevaron a comenzar a coquetear con las drogas. Y Menotti, que dijo que si Diego no se iba, no renovaría, porque con él era imposible ganar un campeonato, tampoco acabó esa nueva temporada, pero el FC Barcelona, sin ninguno de los dos, al fin, conquistó el título.
¿Por qué no triunfó Maradona en Barcelona?, quién sabe. Esta claro que las lesiones y las enfermedades lo lastraron, la relación con el club nunca fue del todo buena y sus costumbres extradeportivas le costaron más de un disgusto. Quizá fue que no le gustaba entrenar por las mañanas. Quizá no encontró del todo su sitio. Quizá no quiso ser un ídolo en Barcelona y prefirió ser un dios en Nápoles.