Philippe Coutinho: una adiós lógico para una triste historia

Philippe Coutinho
Philippe Coutinho / Soccrates Images/GettyImages
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Hace cuatro años por estas fechas Philippe Coutinho aterrizó en Barcelona. El fichaje más caro de la historia del club que ilusionó a todos los aficionados que le habían visto jugar en Liverpool. Pobres ilusos que pensaron que el carioca sería la pieza perfecta para sustituir a Neymar, un jugador que a base de grandes partidos y actuaciones inolvidables se había ganado un hueco en el corazón de los culés, pero que ese mismo verano había abandonado el barco partiendo en miles de trozos el alma de todos los barcelonistas.

Cuatro temporadas después su participación en el equipo es escasa y le han adelantado por derecha y por izquierda multitud de canteranos que demuestran cualidades, registros y sobre todo actitud muy por encima del ex del Espanyol.

Un jugador que maravilló a los amantes de este deporte con sus golazos, regates y pasos inverosímiles en la Premier League, pero que desde que llegó al Barça, salvo los primeros meses que si consiguió completar partidos a la altura, no ha podido demostrar absolutamente nada convirtiéndose en el que seguramente sea el peor fichaje de la historia del fútbol, al menos por calidad/precio.

A estas alturas parece imposible que la idea del Barça sea retenerle e intentar redirigir su carrera.

Tiene ofertas desde la Premier League e información de primera mano asegura que el Aston Villa está muy interesado en conseguir una cesión hasta final de temporada. El propio Steven Gerrard ha llamado al carioca para convencerle de que el mejor paso para su carrera es llegar a Birmingham. Ambos se conocen de su etapa en el Liverpool, y el bueno de Gerrard es consciente de su indiscutible talento.

Otros equipos como el Tottenham o el Everton andan también tras los pasos de Coutinho. Lo que sí es seguro es que el Barça quiere deshacerse de él, y debería hacerlo porque cuenta con el salario más elevado del club siendo uno de los futbolistas con menor participación en los partidos. Un adiós lógico para una triste historia.