No se debe criminalizar a Varane, él solo levantó la espada
Por Adrían Marcos
El francés no tuvo su día frente al Manchester City. Es un hecho, una realidad plasmada en los dos fallos que cometió para que los 'citizens' dejasen fuera el Real Madrid, pero no debe ser él el único que asuma la culpa. Raphaël Varane había completado, hasta la noche de ayer, una de las mejores temporadas de su carrera, siendo decisivo en la consecución de LaLiga junto a Sergio Ramos, que con su ausencia, dejó al equipo huérfano de un líder y al galo cargado de responsabilidad.
El central es uno de los mejores del mundo cuando el camero le acompaña, pero los nervios y el exceso de autoridad cuando su socio falta le superan. Se vio frente a la Juventus de Turín y el Ajax de Amsterdam en temporadas pasadas, en París en la primera jornada de esta Champions League, y se repitió ayer en Mánchester. En esto del fútbol, como en la vida en general, hay quien se encarga de mandar, de tomar las decisiones, y quien se dedica a corregir, y en el Madrid están claros los papeles.
Es precisamente ese cambio de rol el que no le sienta nada bien al francés, que mientras con su selección asume todo el peso sin problema alguno, quizá porque tiene a Lloris gritándole en la oreja constantemente, en el conjunto blanco es incapaz. Y ayer fue él quien falló estrepitosamente en los dos goles, pero no se le debe criminalizar porque hubo más fallos que aciertos desde antes incluso de saltar al terreno de juego.
Zidane apostó por el 4-3-3, un esquema ofensivo para atacar las bandas de los ingleses aún a riesgo de tener un menor control del centro del campo, y eso fue lo que sucedió, que sin efectivos liberados en la medular los balones nunca llegaron a los hombres de arriba. El Manchester City planteó una presión alta que no solo fue efectiva en el primer tanto, sino durante muchos más minutos, mientras que los merengues se empeñaban en salir con el balón jugado desde atrás sin ningún éxito.
Guardiola anuló por completo a Casemiro, que presionado por la presencia de De Bruyne no pudo hacer del pivote que aparece para descargar los balones hacia las bandas. Una de las pocas veces que lo consiguió ya le estaban esperando y el pase al flanco fue interceptado con facilidad en una acción que define a la perfección lo que le pasó al Real Madrid.
La incorporación de Rodrygo, sorprendente probablemente hasta para el brasileño, fue un acierto como se pudo ver en el gol. Zidane aprovechó la debilidad defensiva de Cancelo para hacer daño pro esa banda cuando pudo pasar del centro del campo, pero falló estrepitosamente por el otro lado del campo. Hazard prácticamente no apareció en ataque y tampoco colaboró en defensa para cubrir las subidas de Walker, su titularidad fue un error, se vio que no estaba listo para un partido así.
Y después de sufrir durante gran parte de la primera mitad, cuando pudieron generar peligro a su rival, infundir un cierto respeto y acercarse a la complicada hazaña, Varane volvió a fallar, pero Zidane tampoco acompañó. Modric y Hazard hacía ya tiempo que mostraban signos de agotamiento cuando llegó el segundo tanto local, pero los cambios no llegaron. Fede Valverde estaba listo para entrar cuando Gabriel Jesús marcó, el recambio llegó tarde.
Y lejos de hacer los cambios tras el duro golpe, Zidane esperó hasta el minuto 83 para hacer unos cambios tan extraños como poco fructíferos. Lucas Vázquez, Valverde y Jovic no parecían las sustituciones más apropiadas para dar la vuelta al partido. Vinicius, a quien muchos veían como titular, ni siquiera calentó y eso no se lo explica nadie. El futbolista más desequilibrante de la plantilla siguió el partido desde el banquillo, donde nunca debió estar.
Y después de todo Varane asumió la culpa, la que le pertenece y la que no, algo que le honra pues no suele ser lo habitual. El francés habló ante las cámaras, visiblemente dolido, sabiendo que de estos partidos lo único posible es el aprendizaje, la posibilidad de crecer como futbolista a partir de las derrotas. Y consciente de que, como titulan en El Mundo, fue el quien "levantó la espada del 'harakiri' blanco en el Etihad", pero fue todo el equipo el que se la terminó clavando.