MISIÓN IMPOSIBLE | Al Barça le tocará intentar la épica en Copa y en Champions
Estos últimos años la palabra remontada revolotea la mente de todos los culés. Primero fue Roma después Liverpool y por último Lisboa. Tres noches fatídicas en las que el equipo no dio la cara, en las que se vio un Barça que se hizo pequeño a medida que su rival crecía, un Barça que no estuvo a la altura de las circunstancias.
La última gran noche de Champions en el Camp Nou fue el 8 de marzo de 2017 cuando efectivamente frente al PSG, el Barcelona le dio la vuelta a los cuatro goles que encajó en el Parque de los Príncipes firmando una de las noches más mágicas de la historia del fútbol.
La remontada en Champions se antoja complicada pero no imposible, y si hay alguien capaz en este mundo de hacer posible lo imposible es Leo Messi. Ese jugador que cuando no marca un doblete se lleva a críticas, cuando no es el mejor del partido se lleva críticas, y en algún momento se cansará, la paciencia se agota y hay gotas que colman vasos.
Una situación parecida es lo que sucede en la copa del rey. El Barcelona no hizo un partido tan malo en el Pizjuán como el que vimos el pasado martes, pero aún así un gran Sevilla le endosó un 2-0 difícil de remontar. El conjunto hispalense se caracteriza por otorgar muy pocas ocasiones a sus rivales. El Sevilla cuenta en su zaga con uno de los mejores centrales del mundo y dos laterales de una gran proyección tanto ofensiva como defensiva. Quizás el punto débil sea el estado de forma de Diego Carlos al que ayer mismo vimos tremendamente superado por el Borussia de Dortmund.
La pasividad de Koeman es lo último que necesita un equipo como el Barcelona, un equipo en horas bajas carente de pasión coraje y corazón.
Existe un punto en común en ambos partidos: no hay nada que perder. Ya no se puede remediar lo que se hizo en los primeros noventa minutos pero si se puede cambiar el devenir del resultado de la eliminatoria.