Más allá del deporte, saber primeros auxilios debería ser una norma social

Cada segundo que Christian Eriksen pasó tendido sobre el césped del Parken Stadion, en Copenhague, fue equivalente a una reflexión en cada uno de los aficionados, directivos, compañeros y todo aquel que sintió los momentos de terror.

Desde la sobre explotación de los jugadores con su incesante calendario de partidos, hasta la conciencia moral de periodistas y camarógrafos que no tenían clara su labor ante este tipo de situaciones, absolutamente todos repensaron su función en el mundo y no era para menos.

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Entre las escenas más alentadoras que llenaron de esperanza a la sociedad, probablemente la de Simon Kjær haya sido la más significativa, pues cargó con los momentos más complicados como un auténtico capitán y dejó sobre la mesa otra reflexión: la de los primeros auxilios.

El futbolista A.C. Milán comenzó con la reanimación cardiopulmonar (RCP) a su compañero y amigo mientras estaba en momentos críticos en los que su vida pendía de un hilo.

¿Hacía falta ver una escena de ese calibre, en un evento global y ante miles de espectadores para dejar en claro la vitalidad de los primeros auxilios? Parece que sí, pero ahora que lo valga.

Simon Kjær es uno de los afortunados que sabían a la perfección cómo ejecutar el procedimiento, pero en un mundo ideal, cualquiera de los presentes debería haber sabido cómo accionar al igual o mejor que él.

Por supuesto que conocer los primeros auxilios debería ser obligatorio en los deportistas, pero ¿por qué la limitación? Se trata de una prevención para poder salvar vidas. Los primeros auxilios deben ser una norma social, algo que se instruya en las escuelas y que sirva para prevenir tragedias.

Simon Kjær y Christian Eriksen dejaron una escena que debería servir para concientizar a la sociedad y dejar en claro que los primeros auxilios y el manejo de crisis es igual de importante que cualquier otra materia que se enseñe en las escuelas y por supuesto en las academias deportivas.

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