Lola del Carril: "Voy a relatar el Mundial de Qatar 2022 para la Televisión Pública"

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Cuando en abril de 2021 Lola Del Carril resultó ganadora del reality televisivo Relatoras Argentinas, que condujo Mariano Peluffo, tenía 23 años. Desde ese entonces, y hasta ahora, Lola no paró.

Su garganta pide paréntesis de silencio entre tanto relato de gambetas, amagues y goles. Pero Lola sigue. Y su voz es la voz de partidos del torneo femenino nacional y de partidos de primera masculinos del exterior. También fue una de las voces de la Euro femenina y de la Copa América femenina. Lola pone la voz y derriba barreras.

El año pasado se convirtió en la primera mujer en relatar por televisión un partido de la Primera División de fútbol masculino. El empate 2 a 2 entre Central Córdoba-Huracán. Y cuando la pelota comience a rodar en Qatar el 20 de noviembre de este año, Lola será también la primera mujer en relatar un Mundial masculino en la pantalla de la Televisión Pública en Argentina.

¿Límites?¿Qué es eso? Además de relatar, Lola es comunicadora social y toca la guitarra y la rompe jugando al fútbol. Antes de cada partido, estudia a los equipos y toma notas meticulosamente. Salta entre las lecturas de un libro a otro, junta frases. Después, frente al micrófono, se planta con vehemencia y poesía.

Los noventa minutos de vértigo, su huella en el relato, que también puede ser una metáfora de lo que es ahora su vida.

90min habló con ella sobre sus comienzos en el relato, su análisis sobre los espacios de las mujeres en las transmisiones de fútbol, sobre su presente tan prolífico, sobre las condiciones de desarrollo del fútbol femenino, de su ritmo y poética, del vínculo con las redes sociales y la exposición mediática y de sus ilusiones para Qatar.

¿Qué análisis hacés sobre tu camino desde que el año pasado resultaste ganadora del reality hasta este presente que te tiene como protagonista de muchas primeras veces como relatora?

Fue todo como un viaje bastante vertiginoso, todavía nunca me pude dar el tiempo de parar y de contemplar y de registrarlo. Lo hago un poco en este movimiento en el que estoy, pero a veces es más fácil cuando una puede bajar y decir: qué groso lo que lo estuvo pasando hasta acá. Es un montón de información que me iba cayendo una tras de la otra, me iban diciendo bueno, ahora al femenino y ahí me van agregando ligas, otros canales y se empezaron a sumar cada vez más oportunidades como relatar las eliminatorias de Qatar o la Copa América Femenina.

Siempre que quiero bajar y contemplar viene algo un poco mejor. La verdad nunca pensé que el reality me iba a traer hasta donde estoy hoy. No me había percatado de que había tal oportunidad y lo puedo decir yo porque me tocó ganar. Quizás si le preguntas a otra compañera no te pueda decir lo mismo del reality y es así, lamentablemente, pero a mí por suerte me ha dado un montón de beneficios.

A comienzos del año pasado, Lola fue una de las 16 participantes de Relatoras argentinas, el reality conducido por Mariano Peluffo y con la terna de jurado conformada por Vivian Vila, Walter Nelson y Tití Fernández. En abril, llegó a la final junto a Romina Toledo y Anabella Martínez. Ese día, con su familia reunida del otro lado de la pantalla, Lola celebró haber sido la ganadora del programa.

Cuando fue anunciado el reality despertó varias críticas. Una de las más escuchadas por qué debía existir un programa televisivo que oficiara de casting de relatoras, cuando eso no ocurre con los relatores varones y cuando lo que aparece en el horizonte son más espacios, visibilidad y derechos laborales. ¿Vos cómo tomaste el programa?

Yo viví desde adentro todo ese proceso de detractores e incluso también de adeptos al proyecto. Pero siempre intenté analizarlo de un lugar crítico, no decir bueno, ya estoy acá. Al principio me daba un poco de vergüenza anotarme también bajo esta pregunta de por qué me tengo que exponer. Y después, una vez que estuve ahí dentro y empecé a ver el tinte y el tono que tenían los jurados, cómo nos trataba la producción, cómo se daba la conducción y donde quedábamos paradas nosotras, no me pareció en ningún momento que estuviéramos en un lugar de ni sexualización ni incómodo.

A lo largo de los tres meses que tuvimos fue súper educativo. Nos han dado un montón de herramientas al aire pero también en los pasillos. No es que era algo así todo televisivo que terminaba el circo y chau. Los jurados se adentraron un montón en nuestras historias, siempre con un buen trato. Yo tenía programas en los que estaba bastante bajón y también me generaba bastante nerviosismo exponerme, y siempre lo entendieron, me apoyaron dentro del aire y fuera. Nunca me sentí mal al respecto.

Sí, entiendo que el medio molesta, el medio es lo que genera ese ruido. ¿Por qué tenemos que hacer un reality para llegar a este fin, que es poner más horas en la escena mediática? Pero intenté también quedarme con eso, con el fin. Al terminar el reality, todos los diarios empezaron a incluir en sus agendas la palabra relatora que a priori no estaba. Terminó siendo una plataforma de visibilización y empezar a empujar el concepto y empezar a también a mostrar en los canales que tiene que haber una relatora, porque a partir de ahí fue como un dominó. Se empezó a ver que hay que cuestionar ese rol, porque de repente era como el trono del emperador, en los canales de televisión. Fue importante por eso, para marcar un poco de agenda y que se empiece a hablar.

Algo que podía verse en el reality tuvo que ver con el compañerismo entre ustedes, las relatoras. Ahora que estás en las transmisiones de distintos canales, con diferentes compañeras y colegas, ¿cómo es esa red que se va armando entre ustedes?

Le voy a robar la frase a un amigo, para mí es la era de la colaboración. Es importante porque además, lo que la gente no entiende, porque a veces surge el ego y por eso se pierde la idea de compartir, es que si yo como relatora tengo una buena comentarista, yo también voy a enaltecer mi rol. Si la que hace campo de juego es excelente y sabe tirar toda la información, a mí también me deja bien parada. Obviamente que charlamos al final de la transmisión sobre lo que sucedió y nos vamos señalando o diciendo cosas. Yo tengo cero drama, me gusta habla y jugar mucho con Claudia (Villapun) de la táctica, nos metemos en un viaje re futbolero y lo compartimos. Cada una intenta lucirse en su rol pero nos damos una mano.

¿Y cómo fue la repercusión entre tus colegas varones desde que comenzaste a relatar en ESPN o la Televisión Pública?

Yo creo que como primer instinto del hombre, tener una mujer al lado y encima también de mi edad, les debe hacer un poco de ruido de primera mano. Obvio no te lo dicen. Nunca me hicieron sentir incómoda. Siempre me sentí muy contenida. Al comienzo fui mucho de consultar, de pedir consejo, también de ponerme a disposición del comentarista. Siempre se dice que la relatora o el relator es quien domina la transmisión, pero bueno, a mí en los primeros partidos me daba un poco de vergüenza tomar la posta. Ya fuimos forjando vínculo con duplas con las que me toca más seguido.

Y después en general creo, por lo que yo sentí de los mensajes que me hicieron llegar, que fue un impacto quizás sorpresivo. No sé, me ha escrito Mariano Closs que me hizo llegar su apoyo, que le gustaba lo que hacía. Juan Pablo Varsky también. Es muy fuerte para mí desde mi comienzo que dos personas como ellos que son eminencias en el periodismo deportivo me hagan llegar su apoyo y súper genuino. Obviamente está buenísimo. No digo que lo necesite como legitimidad pero creo que siempre está bueno que te empuje en tus propios colegas.

Por supuesto que este salto a medios masivos tiene su correlato en la exposición no sólo a la hora de relatar si no a los comentarios posteriores en las redes sociales. ¿Cómo fue tu experiencia con esto?

Me pasaron muchas cosas. Hablando así al desnudo, creo que no hay persona en el mundo, que no le guste que le digan cosas lindas. Es un poco la aprobación de intrínseca del ser que buscamos. Eso siempre es lindo, cuando me hacen llegar el apoyo, me encanta. También ver cómo se va fidelizando la audiencia de gente que ya te pregunta qué es lo que relatas para prenderse porque te quiere escuchar. Y después está la contracara, que es bastante oscura y es el odio que emanan las redes sociales, que es impresionante y sobre todo en nuestro país. Entonces, el argentino medio que detesta que una mujer hable de fútbol me hace llegar sus mensajes super punzantes y crueles. Me escriben por privado para decirme, por ejemplo qué pelotuda, sos horrible, cambiá de trabajo

¿Y cómo reaccionás o qué haces frente a eso?

Por un lado saca lo peor de mí porque no puedo creer que exista esta gente. No puedo creer que se tomen el tiempo para escribirle a alguien que no le gusta lo que hace. En eso usan su tiempo. No entiendo, es rarísimo. A veces contesto y a veces, no. Hay días que me levanto más budista y les mando un mensaje para que se reflexionen un poquito antes de ser tan bélicos y tan acosadores. Y hay veces que bloqueo y no quiero saber nada de lo que me ponen. En el primer partido del masculino que relaté, me acuerdo de tuve una especie de ataque de pánico o ansiedad. Llegué a casa y dije: no puedo creer que no estoy disfrutando este momento, que no estoy disfrutando lo que acaba de pasar, porque realmente no lo estaba disfrutando.

En algunas entrevistas decís que estás buscando tu forma y tu ritmo. En el reality ya te decían que tenías una forma de relatar muy poética. ¿Tenés frases de cabecera ?

No se me viene a la cabeza una que diga esta es mi frase. Si tengo más o menos el mismo uso de palabras a lo largo de los partidos, voy innovando, pero generalmente si hay un córner tengo alguna frase armada y al final de toda la transmisión digo lo mismo: hasta que los 90 minutos de vértigo nos vuelvan a encontrar eso. Eso lo digo siempre y me joden bastante mis compañeras de la televisión pública. Y le he preguntado a relatores y relatoras si hay que forzar el uso de un latiguillo. Por ahora no tengo, pero tengo siempre el mismo rumbo en cuanto a lo lingüístico. Ahora bajé un poco lo poético porque me han dicho que es un montón quizás estar los noventa minutos hablando como si fuese una novela. Entonces me calmé un poco y intento hacer una mezcla de sobriedad y mi forma más poética.

¿Cómo es tu vínculo con la poesía?

Me gusta leer, pero no soy una fanática de la poesía. Borges sí, leí mucho. Soy de la generación celular, lo que empiezo, lo dejo. Voy agarrando todo pero es efímero. Más allá del papel y los libros en sí mismos, voy leyendo mucho todo sobre temas que me gustan. Me interesa sea diario o una investigación social, sobre historia de nuestro país y política. Eso es quizás lo que más me apasiona.

La mesa de Lola da cuenta de ese saltar entre lectura y lectura. Cinco libros empezados.

El año pasado te convertiste en la primera mujer en relatar un partido de la primera de fútbol masculino, eso fue una gran noticia y supongo debe haber quedado también marcado para vos. Pero más allá de ese encuentro, ¿qué otro partido ha sido importante en tu carrera?

Previamente a este momento más mediático y masivo, mi primer partido relatando con un micrófono en la mano durante 90 minutos. Fue un partido de la primera C femenina entre Sportivo Italiano y Argentino de Merlo. Me fui hasta la cancha sin saber qué iba a hacer porque nunca lo había hecho. Entonces fui hasta las puertas de los vestuarios y les pedí las formaciones y. Me senté y dije: ¿y ahora qué hago? ¿cómo abro la boca y hablo? No entendía nada. Era una cosa de un campo desconocido. Me gusta el vértigo ese, pero en el momento no lo sentí tan cómodo.

Otro momento importante fue el primer superclásico femenino en el Monumental, que fue una cobertura bastante emotiva para todas porque era histórica. También la Copa América Femenina porque fue la primera vez que relaté a mi país, y encima en una instancia tan importante. Creo que ahí salió mi costado de hincha. Siempre soñé, desde que empecé a relatar, tener un momento de afinidad para con mi selección y de poder sacar también a relucir todo mi costado más pasional del fútbol. Fue hermoso porque me entregué totalmente. Mi grito de gol fue horrible, pero fue de hincha y le dije: estamos en el Mundial, no importa nada.

Después de gritar ese gol de tiro libre de Florencia Bonsegundo, Lola tuvo dolor de garganta durante una semana.

¿Te imaginás estar relatando en el Mundial de Australia Nueva Zelanda en 2023?

Sí, claro que me imagino pero bueno en el medio hay todo un devenir de decisiones de derechos y un montón de cosas que exceden a mi deseo. Pero las ganas están. Y ojalá que la Televisión Pública se ponga al hombro esa transmisión, porque es importante. Hay que seguir transmitiendo, seguir visibilizando, seguir empujando lo que ya de por sí empujan las propias jugadoras.

La primera fase de grupos de la Copa América Femenina, la Televisión Pública no transmitió los partidos del equipo nacional argentino. Sí lo hizo a partir de la etapa final. Algo que no hubiera ocurrido jamás con el equipo masculino. ¿Qué pensás de esa decisión de sólo transmitir la última parte del torneo continental que daba la clasificación al Mundial?

Hubiese estado bueno acompañar todo el proceso. También para quienes estuvimos en la semifinal. No es lo mismo sumarte al final que venir relatando los partidos anteriores. Me agarró mucho estrés. Sé que a las jugadoras y a nadie del entorno le cayó bien que haya sido de esta forma. Las cabezas que deciden tendrán que pensarlo de otra manera para los torneos próximos.

Durante varios de los partidos del torneo local del fútbol femenino, las periodistas, relatoras, comentaristas expusieron situaciones donde remarcaban las precarias condiciones para desarrollar sus tareas. Vos relatás fútbol masculino y femenino, eso te da la chance de poder ver distintos escenarios, ¿qué lectura hacés al respecto de estas desigualdades?

A mí no me toca el fútbol masculino nacional como para tener parámetro, no voy a los estadios, hago todo desde las cabinas pero sí igual veo el funcionamiento de las transmisiones, como sale todo tan automático. En el femenino no pudimos empezar transmisiones porque faltaban ambulancias. ¿Dónde la viste? Eso no existe.

Donde tienen que relatar nuestras compañeras, en algunos casos son lugares que se caen a pedazos, eso ya es peligroso y atenta contra la integridad del equipo. Me parece que ya es una falta de respeto porque en algún punto hay clubes que se excusan. Es todo un engranaje que tiene que funcionar para que el fútbol sea profesional: desde los contratos, desde las jugadoras, desde el acompañamiento que lo den los clubes, el departamento de género, el departamento para el fútbol femenino con gente competente.

Y también tiene que ver con el tratamiento que se le da desde los medios, porque después el producto, que es lo que se transmite en la televisión, también importa, por más frívolo que suene. Si vos ponés un estadio cuando Independiente juega en el Libertadores de América, es ochenta mil veces más lindo ver ese partido con todo el estadio, con las cámaras que pueden ir bien posicionadas porque hay espacio suficiente y también la perspectiva desde la que se ve naturalmente un partido de fútbol. A nosotras nos toca Boca femenino todos los fines de semana y el córner no se ve.

Cuentan algunas fuentes, que cuando eras chica relatabas todo. Hasta el asado que salía de la parrilla. ¿Cómo empezó tu amor por el relato?

Yo relataba todo, los asados siempre. Un poquito obligada por la familia, era como mi gracia. Cada quien tenía la suya; entonces salía el chori y era como dale, dale, relatá. relatab hasta cómo hacer la ensalada y nos cagábamos de risa. Eran los primeros momentos de mi obsesión con el relato. A todo le encontraba una diversión, era muy lúdico para mí. Antes de los asados, relaté mucho en el colegio. Era muy molesta para las profesoras, porque estaba todo el tiempo. Con mis amigas, jugábamos al hockey y me hacían grabar audios vaticinando goles, como que yo recreaba los goles un viernes y el sábado íbamos a jugar a ver si pasaba alguno. Durante las noches también relataba, cuando salíamos a boliches o fiestas.

¿Y ahora? ¿Cómo te preparás antes de los partidos?

Me escribo siempre una apertura para entrar firme. No significa que la vaya a leer o no después pero me gusta como tener el contexto claro y saber cómo voy a entrar y decir. Mi preparación va por ese lado, por todo el estudio que hago previo y si es un partido muy importante como el de Argentina, por ejemplo, me anoté cinco tipos de gritos de gol con frases épicas. Me busqué frases del Che Guevara por si en algún momento podía usarlas. Ahora estoy empezando a vocalizar porque me estoy cuidando un poco más la garganta, cosa que no hacía antes y. Hoy tengo 24 y me aguanta, pero hay que ver con el correr de los años.

Justamente en relación a esto que decís, tenés 24 años, ¿cómo imaginás tu futuro?

Me da ansiedad. No lo sé. Imaginate que nunca pude visualizar esto que está pasando ahora, que fue todo en un plazo de un año. Es una sorpresa detrás de la otra. Sé que el año que viene estaré como panelista de ESPN. Me gustaría mucho posicionarme dentro del relato y y poder también ocupar espacios que aún son más difíciles de romper, como el masculino local, que creo es como el nicho más intocable con la selección argentina masculina. Y empezar también a sentir que es natural, ¿no? Y no que cada vez que relato un partido hay como una repercusión o cada que vez que relato un partido va a haber una entrevista porque es la primera. Me gustaría que lleguemos a una instancia en la que de pronto sea el sentido común que haya una voz femenina contándote el fútbol.

¿Cómo ves la posibilidad de relatar a la selección masculina en Qatar?

Yo tengo una ilusión con la selección masculina que ya no sé si es sana (se ríe). Pero les una gran noticia decir que voy a relatar el Mundial para la Televisión Pública con un equipo mixto.