Lo sentimos Quique: Dembélé no es suficiente para ganar la Champions League
La alegría va por barrios y la ilusión por optimismos. El Barcelona quiere agarrarse a un clavo ardiendo y confía en la recuperación de Ousmane Dembélé para asaltar la Champions League y demostrar en un mes lo que no ha sido capaz de hacer en un año.
Quique Setién confía en que el francés rompa las defensas con velocidad y que su juego de toque provoque despistes del rival y abra espacios para que el galo fulmine a los rivales. El Mosquito es buen futbolista y, si consigue recuperarse, dará un plus a los suyos, pero ni es el más decisivo ni entrara en ritmo de competición. El futuro de la Champions League blaugrana se ha teñido de negro y, como dijo Messi, a este nivel no superan ni la vuelta contra el Nápoles.
La crisis del Barcelona se entiende de acuerdo a las últimas noticias. Las pocas alegrías a las que cogerse llaman la atención. Los más optimistas del Camp Nou, para creer, han decidido acogerse a una goleada contra el Alavés, el segundo peor equipo postconfinamiento y que no se jugaba nada, y a la recuperación de un suplente. Todos aquellos que ven la esperanza en el galo no deben olvidar que, en sus buenos momentos de forma, no siempre ha conseguido aferrarse a la titularidad.
Más allá de las idas y venidas del francés, otro factor a tener en cuenta es el ritmo de competición. La Champions League forzará la máquina de todos y cada uno de los jugadores. ¿Está preparado Dembélé? El futbolista acumula meses sin disputar un solo partido y, aunque consiga estar rehabilitado para disputar la competición, no tendrá ritmo de juego. No importa, el extremo se dejará la piel y pondrá toda su explosividad y verticalidad al servicio culé. El historial de lesiones en estas situaciones no le avala. Quique Setién deberá llevar sumo cuidado con los minutos que le concede, justo lo que no hizo con Luis Suárez.
Ousmane Dembélé acapara las conversaciones de la Ciudad Condal y los que hace unos meses le pitaban ahora lo ven como el salvador de Europa. La realidad les dará un golpe, el cubo de agua fría caerá y nada se solucionará. Una crisis de un año no se supera con un buen partido y dos semanas de vacaciones, tampoco con la vuelta del francés.