Larcamón y Pezzolano: la muestras de que nuevos proyectos sí funcionan en la Liga MX
Por Carlos Alberto Pérez García
Esta temporada de Liga MX sirvió para desmentir muchas frases y puntos comunes que se leen en supuestas mesas de análisis. Muchas excusas para fomentar el reciclaje de entrenadores y absurdos discursos para excusar malos resultados.
Para empezar, un dato contundente. Los primeros cuatro lugares de la tabla fueron equipos que este Guard1anes 2021 estrenaron entrenador, por lo que el supuesto periodo de adaptación quedó pulverizado y se demostró que con trabajo constante y una base decente de jugadores, los resultados se pueden dar desde el primer torneo, sin que esto signifique que cualquiera debe rendir de forma inmediata.
Cruz Azul con Juan Reynoso y el América con Santiago Solari, los dos se robaron la temporada regular en su primer torneo, pero justo detrás estuvo un modesto Puebla, que con Miguel Larcamón al mando dieron cátedra de cómo potenciar una plantilla en apenas seis meses de trabajo.
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Detrás estuvo un Javier Aguirre irregular con Monterrey, pero con resultados suficientes para finalizar cuarto en su primera campaña. Hasta aquí, todos fueron entrenadores nuevos, pero detrás también hay proyectos innovadores, que necesitaron un poco más de paciencia para consolidarse y que mandaron a la goma a los "viejos lobos de mar".
Guillermo Almada con Santos Laguna, Diego Cocca con el Atlas y la joya de la corona, Paulo Pezzolano con Pachuca. Esos fueron los primeros ocho lugares en la tabla, quienes rompieron paradigmas y que confirmaron que con trabajo, paciencia y esfuerzo, los resultados se pueden dar.
Hoy la experiencia como futbolista y la edad no son suficientes para asumir un equipo de primera división. Se necesita preparación, constante actualización y rejuvenecimiento de ideas. En ese sentido, los amplios ganadores fueron Paulo Pezzolano y Miguel Larcamón.
Los dos instalaron a equipos sin muchas aspiraciones en semifinales, pero sin el poder de plantilla que tienen Cruz Azul, América, Monterrey, Tigres y en menor medida hasta Santos Laguna. Uno con mucha paciencia detrás y otro con resultados inmediatos, pero finalmente con frutos producto del trabajo, preparación e innovación.
Ese par ha demostrado que en el fútbol mexicano los nuevos proyectos sí funcionan, que sí se puede apostar por rostros nuevos y que cada vez es menos necesario voltear a las viejas costumbres en los banquillos.
Los tiempos han cambiado y ahora la dirección deportiva de los equipos visualizará la sangre nueva, evaluará los conceptos, metodologías y dejará de apostar por glorias antepasadas. Es momento de crecer como lo hace el fútbol mundial y eso significa apostar por la nueva generación de estrategas.
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