La homofobia sigue siendo una barrera que el mundo del fútbol debe superar
Por Estefanía Ramos
La bandera arco iris luce con fuerza en la semana del orgullo LGBT en las sedes de organismos oficiales, en asociaciones que luchan contra la homofobia o en los balcones y ventanas de la gente particular. Sin embargo en el mundo del fútbol la libertad sexual sigue siendo un tema tabú. Es verdad que cada vez se están dando más pasitos y haciendo esfuerzos por romper esa losa tan pesada que es la homofobia pero el camino que queda por recorrer es muy largo.
El deporte rey es muy cerrado en cuanto a la orientación sexual de quienes lo practican y son pocos los jugadores que se atreven a manifestar públicamente su homosexualidad por miedo al qué dirán de todos los que forman parte de este mundo, desde sus compañeros de profesión pasando por la prensa y los propios aficionados. La valía de un jugador y su calidad no dependen de si le gustan los hombres o las mujeres. El insulto homofóbico, la palabra maricón se sigue oyendo en los campos de fútbol de todas las categorías y países y en las redes sociales para hacer de menos a un jugador. Para muchos, más de los que me gustaría, el fútbol sigue siendo una cosa de hombres, pero no de cualquier hombre, sino de blancos heterosexuales y esa es una barrera que se debería haber superado hace tiempo. El fútbol es de todos y para todos y este deporte debe abrirse más sin vacilar. No hay ningún decreto que establezca quién es apto y quién no para jugar al fútbol, el único límite es el talento.
Desde los organismos vinculados al fútbol hace tiempo que se promueven iniciativas para apoyar el fútbol femenino y la propia UEFA presume con orgullo de ser una de las abanderadas contra el racismo. La misma UEFA que abrió una investigación contra Manuel Neuer por lucir el brazalete arcoíris o que ha prohibido que el Allianz Arena proyecte la bandera LGBT en el Alemania - Hungría de esta noche argumentando motivos políticos. Y no, la libertad sexual no es una causa política, es un derecho y desde las altas esferas del mundo del fútbol se debería combatir la homofobia con el mismo celo que se combaten el racismo o el machismo.
Mientras la homosexualidad sea un tema tabú en este deporte serán muchos los jugadores que no se atrevan a manifestarse libremente como son y el fútbol seguirá siendo visto como un mundo cerrado para “hombres”, ese perfil concreto de hombres. En otros ámbitos sujetos a la opinión pública como el cine, la música o incluso la política no hay tantas trabas para que una persona grite a los cuatro vientos lo que siente y para que eso pase en el fútbol a todos su niveles hay que seguir trabajando para erradicar los comportamientos homófobos y comprender que la orientación sexual no te hace ni mejor ni peor jugador, ni más válido o indigno para saltar al terreno de juego.
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