La culpa es de Russo
Es cierto que cuando se anunció su contratación como nuevo entrenador de Boca Juniors, allá por diciembre de 2019, cuando no teníamos ni idea de que se vendría una pandemia, todos coincidíamos en que Miguel Ángel Russo era el DT idóneo para el club, por antecedentes y experiencia en el puesto.
Es cierto que desde ese momento hasta la actualidad conquistó la Superliga 2020 (compartida con Gustavo Alfaro) y la Copa Maradona 2021, llegando a tres títulos con el buzo "Xeneize" (ya había levantado la Copa Libertadores 2007, nada menos), alcanzando el sexto lugar en el ranking de máximos ganadores como DT's en la institución boquense.
Todo eso es cierto. Pero también es cierto que en un club como Boca no alcanza con ganar títulos locales, que no es suficiente. Que hay que pelear todo lo que se juega, que hay que competir en la Libertadores dando la talla, que hay que superar a los rivales en el torneo doméstico con autoridad, y nada de eso logra el equipo de Miguelo, que no le puede imprimir la identidad a sus muchachos.
El empate ante Sarmiento de Junín en La Bombonera de ayer (1-1) es solo un ejemplo, pero esto es algo que se viene repitiendo desde hace mucho tiempo, con rendimientos bajísimos, refuerzos que no llegan, equipo que no se reestructura y, como si todo esto fuera poco, cambios en pleno partido que, en lugar de provocar una mejora en el funcionamiento, hacen involucionar al seis veces campeón de América.
Y, claro está, aquí la responsabilidad mayor es la de Russo, quien frente al "Verde" y ante la lesión de Eduardo Salvio destrozó el tándem que mejor venía funcionando en el equipo: Fabra-Cardona-Villa, por izquierda, donde mandó al ingresado Agustín Obando para mover al delantero colombiano al otro sector, donde lejos estuvo de hacer daño.
Al DT le está costando muchísimo leer los cambios en pleno partido, pero tampoco le funcionan los que comienzan desde el vamos, con Mauro Zárate inconexo y fastidioso, la dupla central que parecía consolidada ahora deja dudas, el doble cinco que no se termina de definir, dentro de un equipo que parece depender únicamente de la pegada magistral de Edwin Cardona para vulnerar el arco rival con un remate de media distancia o con una asistencia para que un central marque de cabeza.
Es muy triste para un club tan importante para Boca que su conjunto dependa exclusivamente de ello, y claro está que de esta manera no le alcanzará para poder pelear por ganar su séptima y ansiada Copa Libertadores. Para el torneo local quizás le alcance, porque ya quedó demostrado que puede salir campeón hasta sin lucir, pero donde hay que competir en serio, el Boca de Miguel Ángel Russo preocupa y mucho. "Son decisiones", diría el propio DT.