Javier Aquino confirma que es de lo más bajo en el fútbol mexicano
Por Carlos Alberto Pérez García
Cuatro meses y 23 días han transcurrido desde que Javier Aquino rompió el vínculo con Cruz Azul por primera vez y de la manera más cruel: festejándoles un gol en su cancha y besando el escudo de Tigres. Como si nunca hubiera pasado por filas cementeras, hoy nuevamente despierta tras haber golpeado el orgullo y la historia de la Máquina junto a su entrañable afición.
"30 años sin ganar nada y siguen reclamando" fue parte de lo que se le escuchó decir tras perder las semifinales de la Copa GNP por México ante Cruz Azul, en un partido que terminó más que caliente y que vio a Guido Pizarro, Robert Dante Siboldi y Ricardo Ferretti perder completamente los papeles por un partido amistoso; sin embargo, el verdadero señalado fue Javier Aquino, quien desnudó sus verdaderos valores y confirmó ser un jugador malagradecido.
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Los insultos que se escucharon en la cancha del Estadio Olímpico Universitario fueron insensatos y ridículos, pero a final de cuentas ocasionados por una calentura natural, pero los de Aquino debe rozar en la vergüenza, porque no ataca a las personas con las que estaba teniendo una discusión, sino a la historia de un club que prácticamente no tiene nada que ver y que además lo hace con la voz bajita y escondido.
Además de mostrar ignorancia, pues la frase es completamente incorrecta debido a que Cruz Azul en ese lapso ha podido ganar Liga, Copa y el torneo deseado de Tigres: Concancaf, también enseña que es un deportista sin escrúpulos y pobre de pensamiento. Atacó al club que le dio la oportunidad de ser quien es hoy en día y se disparó a sí mismo al ofender una historia que él tampoco ayudó a cambiar.
93 partidos con la casaca cruzazulina más otros 31 con el equipo filial debieron bastar para mostrar un poco de respeto por el club que le hizo ganar millones de dólares luego de una vida con carencias, o mínimo aprender un poco de historia para entender lo que significa Cruz Azul, un equipo sin descensos, con más títulos que Tigres y torneos internacionales.
A final de cuentas quedó demostrado que tampoco se le podía exigir esto a Javier Aquino, pues no tiene ni un ápice de educación y ni hablar de respeto. Su calidad como persona quedó millones de kilómetros por debajo de la futbolística, que tampoco es para lanzar cohetes.
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