James Ward-Prowse, la brújula de Hampshire

Ward-Prowse celebrando uno de sus goles vs Aston Villa
Ward-Prowse celebrando uno de sus goles vs Aston Villa / Gareth Copley/Getty Images
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Hablar de Ward-Prowse es hablar de un chico de Portsmouth que se atrevió a recalar en el Saint Mary con tan solo 8 años. 18 primaveras después capitanea a los "Saints" y es ídolo incuestionable de la afición junto a Danny Ings. Hablamos de un futbolista diferente, acostumbrado en sus inicios en la élite a jugar pegado a la línea de cal pero al que parece que Hasenhüttl le ha encontrado su sitio en el doble pivote.

La marcha de Hojbjerg parecía augurar una situación complicada para los sureños, no obstante contar en tu plantilla con el jugador que más distancia recorrió en el campo de toda la primera división, ha permitido disipar todas las dudas de forma inmediata. 

El dicho de “donde no llegan las piernas, llega el corazón” ejemplifica al pie de la letra la clase de jugador que es “Prowsey”, un tipo que si destaca por su clarividencia con balón, aún más lo hace por su inteligencia cuando no lo tiene.

Ward-Prowse haciendo su mítica celebración.
Ward-Prowse haciendo su mítica celebración. / Pool/Getty Images

Balón parado:

A 23 metros de la portería, la mente en blanco y un silencio total. Dos botes de balón y cuatro pasos hacia atrás. Así es como cuenta James en el canal de YouTube del club cómo es su lanzamiento de falta idílico. La puntería y la fuerza en el golpeo son quizás los dos atributos que más llaman la atención de sus lanzamientos, pero es la técnica y estética de los mismos lo que nos hace enamorarnos de sus goles. Una carrera rápida hacia el cuero que acompaña agachando la cabeza una vez toca la bola, gesto que nos engaña, haciéndonos creer que se avergüenza de su maestría, cuando se trata únicamente de una sutil reverencia al balón antes de ser engullido por la red.

Liderazgo:

No por gritar más se es mejor líder. La figura del capitán se ha ido difuminando en los últimos años, evolucionando hacia un concepto confuso que ni por asomo se acerca a la realidad. No es mejor capitán el que grita más fuerte, si no el que desde su juego consigue contagiar a sus compañeros, el que a través de indicaciones es capaz de transmitir al resto lo que el técnico no puede, la representación del entrenador en el terreno de juego. Ward-Prowse es un futbolista que destaca en muchos aspectos, y es que el juego del Southampton se ve enormemente afectado cuando el inglés no tiene el día, que por suerte para ellos se da muy de vez en cuando.

Su indiscutible alma de líder, su genial poderío aéreo pese a su estatura, su golpeo desde media distancia o su capacidad defensiva reflejada en una más que admirable estadística de entradas acertadas por partido (2,0 en la presente campaña) convierten a James Ward-Prowse en un centrocampista que entrará, si no lo ha hecho ya, en los anales de la historia de su club.

Ward-Prowse con la elástica de su selección.
Ward-Prowse con la elástica de su selección. /

Nacido en Portsmouth, desde los tres años acudía con su padre a las gradas de Fratton park para ver los partidos del “Pompey”,e incluso llegó a jugar en su cantera. Es preciso saber que la rivalidad entre Portsmouth y Southampton es, según “The Sun”, la mayor que existe en Inglaterra. A la temprana edad de 8 años abandonó el club de su vida para probar suerte en las categorías inferiores del “Sotton”, club que a día de hoy le ha dado todo; una formación, una carrera futbolística y un brazalete. Casi dos décadas después de que un ojeador de los “Saints” se fijase en un chico rubio de Portsmouth, Ward-Prowse y su familia son felices en Southampton.

Un niño que jamás fue un cualquiera, viviendo el sueño de cualquier niño.