Hay que dejar madurar a Lautaro Martínez antes de seguir inflándolo
Lautaro Martínez será uno de los señores del gol en los próximos años. Nadie lo duda. El planeta fútbol al completo está convencido de que las próximas Botas de Oro se las disputarán Kylian Mbappé, Erling Haaland y el argentino. Además del olfato de gol, el delantero del Inter de Milán tiene características muy buenas y prometedoras. Cada partido hace gala de su inteligencia en los movimientos, su visión de juego y su espléndida calidad técnica. Es lógico que algunos se sientan eufóricos ante el futbolista que puede llegar a ser. Sin embargo, hay que tener cuidado y no añadir más presión de la debida.
El toro solo tiene 22 años y ya ha revolucionado media Europa. Creció en la cantera de Racing de Avellaneda, club con el que se hizo profesional siendo todavía muy joven. 27 goles en 2 temporadas, 25 millones y un billete a Milán para defender la elástica de un Inter que buscaba resurgir de sus cenizas. Los italianos lo han conseguido, en parte gracias al fútbol de Lautaro. Ahora e todopoderoso Barcelona está dispuesto a sacar la billetera para hacerse con él y, normal, las campanas se alzan al vuelo. Día a día, el delantero escucha comparaciones con los mejores delanteros de historia y, además, siente el aliento de la presión de sus hinchadas, interistas y albicelestes, e incluso de los culés.
Precisamente, si miramos al Camp Nou podemos localizar el ejemplo de lo que no hay que hacer. El Camp Nou enloqueció con Bojan Krkic, la perla de su cantera. El delantero, con olfato goleador y muy buenas maneras sobre el césped, terminó siendo presa de la presión y la ansiedad y ha pasado desapercibido por el balompié profesional. Pese a que de vez en cuando deja algún destello de lo que pudo haber sido y no fue, se ha convertido en uno más.
Nadie quiere que Lautaro Martínez sea Bojan Krkic ni tantos otros que han seguido su camino. Para que esto sea así no hay que ponerle la presión de todo un club ni de todo un país, no hay que coronarle antes ni de estar en la guardia real. Dejemos a Lautaro crecer y lo que tenga que ser, será.