Este Barcelona se ha quedado sin corazón

David Ramos/Getty Images
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Otra vez el Atlético de Madrid se ha interpuesto en el camino del FC Barcelona hacia el título de LaLiga. Los azulgranas se jugaban media Liga en el Camp Nou y sucumbieron ante los de Simeone, que no fueron mejores que ellos.

El Barça mejoró su imagen respecto a partidos anteriores pero eso no es suficiente. Un equipo que está peleando por LaLiga tiene que mostrar algo más y esa sed de victorias está brillando por su ausencia. El partido recordó al de la última jornada de la temporada 2013/2014 ante el Atlético de Madrid. Ambos equipos se jugaban el título, a los azulgranas les valía el empate para ser campeones y perdieron. Las sensaciones que mostraron el martes fueron similares.

El FC Barcelona es un equipo desangelado, sobre el terreno de juego se vieron jugadores que no juegan con ganas y a los que Quique Setién no es capaz de motivarles ni hacerles reaccionar. Los jugadores van por su camino con sus ideas y el entrenador va por el suyo con su manera de manejar el vestuario. La comunión entre los pesos pesados de la plantilla y su entrenador no se ha consumado y el resultado es un Barça sin alma.

David Ramos/Getty Images

Las piezas del equipo no terminan de engrasarse, salvo contadas excepciones. Ni Setién da con la tecla ni los jugadores están enchufados, este equipo no tiene corazón y tiene que volver a jugar al fútbol con la pasión que le caracteriza y no como un equipo resultadista más pendiente del marcador que de la portería rival. El Barça ya no domina el ritmo de los partidos, cada vez se leve más a merced del rival y cuando las cosas se le ponen en contra le falta capacidad para reaccionar. Y lo peor no es que el juego y la actitud sean impropios de este equipo, es que los resultados ya no acompañan.

Las opciones que le queden al Barcelona de llevarse esta Liga dependen cada vez más de los fallos del Real Madrid que de los aciertos que ellos puedan tener. Y viendo los dos últimos partidos seguro que más de un barcelonista ya ha fijado sus esperanzas en la eliminatoria de Champions ante el Nápoles y ha dado LaLiga por perdida. Matemáticamente todavía es posible que el Barça sea campeón, pero las sensaciones que trasmite son las de un equipo descorazonado que no quiere pelear. La imagen de Messi solo en el campo con la cabeza agachada y con síntomas de frustración es el fiel reflejo de este equipo, un quiero y no puedo y una Liga que se va.


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