El arbitraje fue el protagonista del Clásico Nacional entre América y Chivas

Durante la semana no se habló de otra cosa en el futbol mexicano más que del Clásico Nacional. El partido entre América y Chivas de Guadalajara siempre levanta expectativa en la prensa y la afición, sin importar en qué estado lleguen lo equipos.

Para esta edición, las Águilas llegaron en primera posición del campeonato, pero con una derrota contundente ante Toluca a cuestas. Por otra parte, los rojiblancos llegaron de una victoria in extremis ante Pachuca y el cese de Víctor Manuel Vucetich como su técnico.

Las expectativas para este duelo, en lo futbolístico, no eran tan altas. Pero la pasión, muchas veces, pesa más que el espectáculo. Ambas escuadras ofrecieron este aspecto desde el primer minuto del encuentro. América y Chivas salieron con el cuchillo entre los dientes y no negociaron el esfuerzo ni un minuto.

Los primeros minutos del Clásico Nacional fueron los mejores del encuentro. Guadalajara mostró que puede competir de tú a tú y que tiene jugadores con los que puede hacer daño al ataque. América se mostró sólido e incisivo, como lo ha sido a lo largo del campeonato.

Sin embargo, el partido fue afectado por la pobre actuación del árbitro César Ramos quien, queriéndolo o no, se convirtió en el protagonista del encuentro. El silbante tuvo una actuación para recordar, pero no por sus buenas decisiones. Al contrario. El colegiado cometió al menos tres graves faltas que impactaron el desarrollo del partido.

En primera instancia, Ramos, con complicidad del VAR, no expulsó a Cristian 'Chicote' Calderón tras un claro pisotón del defensor sobre Jorge Sánchez. El árbitro volvió a aparecer al cierre de la primera mitad: no expulsó a Miguel Ponce después de que este agrediera a Henry Martín y le picara un ojo.

El silbante no tiene excusa alguna, estaba a centímetros de la acción y no tomó la decisión de mostrar la tarjeta roja.

Finalmente, en otra de las jugadas polémicas del encuentro, César Ramos no pitó un claro penal a favor de Chivas de Guadalajara después de que Salvador Reyes cometiera una mano dentro del área que tendría que haber sido sancionada con tiro desde los once pasos.

En el Clásico Nacional la figura no fue un jugador de América o de Chivas, sino el árbitro central del partido.