EL AGUA Y EL ACEITE | La tranquilidad en Madrid contrasta con el caos del Barcelona

Dicen que la risa va por barrios y algo similar debe suceder con la tranquilidad, que cambia de puerta, portal, barrio, pueblo o ciudad de manera constante, y eso que en los tiempos que corren hablar de calma es seguramente lo más complicado. Sin embargo, no es tan difícil si se compara, por ejemplo, la situación en Madrid y Barcelona, y no hablo del coronavirus, que eso inquieta sea donde sea, sino del terreno futbolístico.

El conjunto blanco conquistó LaLiga y la tranquilidad se respiraba en la capital, luego cayeron en Europa y llegó la inquietud, la de las críticas al juego del equipo y a la plantilla, al técnico y a la dirección deportiva. Y ahora, después de la tormenta, la calma. Justo al contrario que en la Ciudad Condal, donde primero se tiraban de los pelos con el título perdido, luego comenzaron a ver la luz al final del túnel y cuando salieron se encontraron con la mayor de las tempestades.

El 2-8 no fue más que el comienzo de una serie de catastróficas desdichas, como lo titularía Lemony Snicket, que fue dando paso a un colapso absoluto. La goleada desencadenó la reacción inmediata del barcelonismo, que ha pasado de pedir la cabeza de Quique Setién, y conseguirlo, a vivir un tira y afloja entre Leo Messi y Josep María Bartomeu en el que el más perjudicado es el club.

Y así está la cosa en Barcelona, con su ídolo a punto de marcharse por la puerta de atrás, su presidente cediendo a las presiones y poniendo su puesto a disposición del argentino, un nuevo técnico que quiere prescindir de medio equipo y las arcas vacías. Una crisis a gran escala que copa las portadas de todo el mundo y que, evidentemente, acapara prácticamente toda la información deportiva a nivel nacional e internacional.

Mientras tanto en Madrid ven, como se suele decir, los toros desde la barrera, que al fin y al cabo, puestos a verlos, es desde donde mejor se ven. La actualidad del club blanco en los últimos días se ha limitado a la consecución de la Youth League, la fotografía de Eden Hazard fuera de forma de cada verano y una vuelta al trabajo que Zidane tendrá que afrontar sin varios internacionales.

Ya no se habla de la salida de Gareth Bale, que llegará en algún momento, ni de la de James Rodríguez, que apunta al Everton de Ancelotti en un traspaso previsible desde hace meses. Respecto al resto de posibles llegadas y salidas todo está en el aire: Odegaard ha vuelto, Reguilón busca un nuevo destino, Óscar Rodríguez acabará en Sevilla y Ceballos ahí está, esperando a que alguien le diga qué hacer con su futuro.

Florentino Pérez, viendo la que está cayendo en Barcelona, está más tranquilo que nunca, esperando a ver cómo se suceden los acontecimientos. Tanto él como Zidane y el resto de la plantilla, que no han recibido llamadas para avisarles de su continuidad, disfrutan de sus vacaciones mientras al otro lado del puente aéreo el mundo parece derrumbarse. Cada uno en un destino, pero todos parecen estar en la piscina de Fuentecerrada porque en el Real Madrid lo que se busca es la tranquilidad.