Coutinho se fue del Liverpool para ganar la Champions y lo consiguió
El olor a césped se cuela en el cerebro de todos los amantes del fútbol. La sensación de pisar un estadio, ya sea en el terreno de juego o en el graderío, es incomparable. El verde tiene algo mágico que nos encandila y guía por un camino apasionado. A veces, esos senderos están marcados desde un inicio. Los tallos y las flores que crecen sobre el jardín guían y ponen fronteras. La flora coloca obstáculos inesperados, pero quien no se rinde, termina llegando al lugar destinado. Esa meta suele ser la victoria. Coutinho sigue el suyo desde que se fue del Liverpool y, aunque tuvo que desviarse de Barcelona a Múnich, ha terminado con la Champions League en sus manos.
Hace poco más de un año muchos dedos señalaban a Coutinho por haber cometido un error muy grave. El brasileño se marchó de Anfield a Barcelona para conquistar la Champions League, un trofeo que se resistía a los reds. Desde entonces, los de Mereyside han llegado a una final y han levantado un título. Desde que los hombres de Klopp fueron campeones de Europa, algunos no dejaban de acordarse de Coutinho, sobre todo tras la remontada en semifinales. Sin embargo, el mediapunta hizo caso a su corazón y su instinto y siguió en la lucha. Ayer tuvo la recompensa.
Philippe Coutinho no encajó en el Barça. El futbolista no se acoplaba al sistema de Valverde y no combinaba con sus compañeros como muchos esperaban. No cumplió las expectativas de su traspaso. El Barcelona, en pos de aligerar fichas, decidió cederle. El Bayern de Múnich tocó su puerta y él cogió el camino de los bávaros y se impuso en Europa Central. No ha sido titular indiscutible, pero sí ha aportado su granito de arena.
Los caminos son inescrutables, y aquella frontera tomó una circunvalación y le hizo cruzarse con el camino principal. El desvío pasó por encima de la autovía culé en cuartos de final. Coutinho no tuvo piedad y anotó dos de los 8 goles que marcaron los suyos a los blaugranas.
Tras el Barcelona, Coutinho tuvo minutos contra el Olympique de Lyon y contra el París Saint-Germain, un club que, por cierto, también se interesó por sus servicios. Estuvo sobre el césped para celebrar la victoria y levantar la orejona. Esta vez sí, por un camino inesperado, pero el fútbol le alzó a la gloria.