Cantera, historia, clase y soberbia, la verdadera identidad americanista
Por Carlos Alberto Pérez García
Cuando Antonio Briseño quiso calentar el clásico con el falso discurso de la identidad rojiblanca, más que provocar al América, ocasionó una avalancha desde su propio territorio, pues con qué cara te plantas frente a un equipo invicto en las últimas ocho jornadas, mientras el propio ni siquiera alcanza puestos de repechaje.
El golpe de realidad fue duro, pues Briseño se dio cuenta que identidad no es jugar con puros mexicanos. En el caso del América, es una ideología que se impregna en la cabeza de cada futbolista por lo que significa este equipo. Se adhiere en propios y extraños, genera odio y amor, provoca envidia y recelo. Es todo un conjunto de características propias de un equipo con mucha historia.
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Entre esas características se encuentra la soberbia, porque el Club América no se entiende sin la presunción de sus logros. No por nada es el club más ganador en cada uno de los torneos más importantes de México.
Además, el América tiene sus bases en la cantera, y a diferencia de otros, no necesita presumir que juega con puros mexicanos. En Coapa los jugadores salen de manera natural y merecida, peleando un lugar entre lo mejor del fútbol nacional y se erigen con la estirpe de luchar contra la adversidad, en medio de la presión y con la exigencia desde el minuto uno. Córdova, Ochoa y Naveda pusieron el ejemplo el domingo pasado.
La historia ganadora que comenzó a forjarse en los años 70' se sigue respetando hasta el momento y es la constancia de sus éxitos lo que provoca la rabia del adversario, porque como se dijo al principio, la ideología no solo está presente en los futbolistas que portan los colores azulcremas, sino en todo rival que sabe a lo que se enfrenta cuando juega contra el América.
Briseño lo sabía, tal vez de manera inconsciente, pero la ideología ganadora y prepotente se le había introducido en la cabeza y su primera respuesta fue hablar desde su complejo de inferioridad. Tuvo que decir con palabras lo que no pudo sostener en el campo y al final resultó exhibido.
Finalmente el América derrotó al Guadalajara sin complicaciones. Un baile de inicio a fin, con cachetadas de guante blanco en los festejos y pregonando el otro punto de la ideología: la clase, porque este equipo se caracteriza por su señorío dentro y fuera de la cancha. Con Solari despidiendo a los perdedores, mientras estos veían como el América los calló sin decir una sola palabra.
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