Busquets debería ser el primer capitán del Barça esta temporada

Busquets con el brazalete de capitán
Busquets con el brazalete de capitán / Quality Sport Images/Getty Images
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La salida de Messi deja al Barcelona, no solo con una importante crisis económica, si no con una pérdida de la seña de identidad que ha guiado al club durante los últimos años irreparable a corto plazo. El equipo pierde al mejor jugador de su historia, a la pieza fundamental de un esquema cuyos engranajes cumplían la función de hacerle llegar la pelota al de siempre, al que cuando el partido se ponía complicado todos miraban.

Pese a lo que siempre se ha comentado sobre la falta de liderazgo de Leo, la gran mayoría de los jugadores que han tenido la suerte de compartir vestuario con él aseguran que es un gran capitán y que sabe perfectamente qué decir y cómo hacerlo. La marcha del “10” deja el Barça sin un primer capitán con experiencia en el ejercicio de las funciones. Por lo que…¿Quién debe ser el heredero del brazalete?

Por calidad, veteranía y barcelonismo el jugador que debe portar el brazalete de capitán durante la próxima temporada es sin duda Sergio Busquets. De los pocos jugadores que quedan junto a Gerard Piqué que hayan vivido toda la etapa gloriosa del mejor Barça de la historia. Su fútbol es tan estilo Barça como el propio estilo Barça. Su increíble habilidad en el manejo de la bola le ha permitido convertirse en uno de los mejores centrocampistas de la historia sin la necesidad de conducir el balón. Un jugador de salón que salvo sorpresa lucirá en el Gamper el brazalete.

Entre Jordi Alba, Sergi Roberto y Gerard Piqué deberán completar el cuarteto de capitanes. Todos catalanes y culés desde la cuna. Se va el mejor de todos los tiempos, pero el Barça sigue estando bien representado.

Luka Susic, Rene Eisner, Sergio Busquets
Busquets en un amistoso / Guenther Iby/Getty Images

El Barcelona comienza una etapa difícil en la que el principal objetivo será recomponerse y restructurarse de forma interna para volver a pelear por todo sin la figura del solucionador. Ya no existe el comodín de Messi, el estar perdiendo un partido y con su extraordinaria genialidad individual darle la vuelta. Del papel de una servilleta al papel de ídolo.