Ahora nos volvimos a ilusionar

Argentina v Croatia: Semi Final - FIFA World Cup Qatar 2022
Argentina v Croatia: Semi Final - FIFA World Cup Qatar 2022 / Clive Brunskill/GettyImages
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"No te lo puedo explicar/ porque no vas a entender / las finales que perdimos / cuántos años las lloré". La segunda estrofa de la canción popularizada por La Mosca que canta la hinchada argentina en todo el mundo, que cantan los jugadores de la Scaloneta dentro del campo de juego, se canta con fuerza desde el pecho, desde esa tristeza del 2014, con Götze apretando las costillas, se canta con el deshago de un país donde la inflación interanual llega casi al cien por ciento, con la vista algo nublada de incertidumbre de futuro, con la espalda algo dolida por la precarización de las vidas. ¿Mañana? Mañana no sabemos. Entonces, cantemos.

En Lusail, Messi se abraza a De Paul y entona la canción donde Don Diego, Maradona y La Tota lo alientan desde el cielo a él. El gesto lo repetimos en las calles. Miramos al horizonte que atardece y señalamos, allá a lo lejos, allá arriba, imaginamos a Diego emocionado. Nos despertamos y mientras calentamos el agua para el mate, en Aregtina nací tierra de Diego y Lionel. Vamos al trabajo, a hacer las compras, a dar la vuelta al perro, pero eso se terminó por que en el Maracaná la final con los brazucas. La vecina, el vecino, el jefe en la oficina, el colectivero, la verdulera, el panadero, la kiosquera, los pibes que van por última vez a la escuela se suman a entonar. Los tachos de basura se vuelven elementos percutores. Todo es factible de ser instrumento. Cualquier vereda es una potencial hinchada. Cantan los jugadores en la cancha y en el vestuario, cantan en el micro, cantamos nosotrxs en cualquier lado, en Bangladesh, en India y en Perú también. Aimar y Scaloni ven los festejos desde su celular volviendo al hotel y se ríen y lagrimean y no lo pueden creer.

¿Por qué nos volvimos a ilusionar? ¿Qué nos pasó a quienes no estábamos enganchadxs ni con el fútbol masculino ni con este equipo ni siquiera con el Mundial? ¿Qué hizo que ahora no nos podamos despegar de la pantalla, miremos los entrenamientos de la Scaloneta en la Universidad de Qatar, pongamos un gauchito gil al lado de la compu cuando juegan, querramos a Julián y a Enzo como si los conociéramos desde siempre, hagamos promesas cada vez que vemos a Scaloni dar indicaciones? ¿Qué pasó entre ese estado de indiferencia y este estado de enajenación?

Argentina Training Session - FIFA World Cup Qatar 2022
Argentina Training Session - FIFA World Cup Qatar 2022 / Jam Media/GettyImages


Messi erra un penal ante Polonia. En las tribunas del Estadio 974 sólo se escuchan gritos de aliento. Ni un rumor de abucheo. El acompañamiento al capitán es unívoco. Antes de este Mundial, otra hubiera sido la respuesta del público. Desde nuestras casas, apretamos los puños, no decimos nada. Confiamos. Porque así dijo el mismísimo Lionel que había que hacer: confiar. Y Argentina termina ganando ese partido 2 a 0.

Cada vez que convierten un gol, los jugadores argentinos no gritan, se ríen, se buscan, se abrazan. Después de cada partido, se quedan frente a las y los hinchas que fueron a apoyarlos en los estadios. Cantan, alientan como si estuvieran ahí del otro lado del campo de juego. Cada vez que vuelven al hotel, publican sus fotos con mensajes en las redes. Se responden entre ellos. Vuelan los halagos, el cariño, el chichoneo, las flores, las picanteadas. Son o parecen un grupo de amigos que la está pasando bien.


Julián Álvarez va camino al gol con una pelota que rebota, que le queda, que intenta despejar el defensor croata, que le vuelve a quedar. Patea de nuevo, como en la escena que generó el penal, ante el arquero. Y esta vez encuentra la red. Y Julián va camino al gol sonriendo. Sonríe Julián porque disfruta, porque al lado tiene a su ídolo, porque es posible que esta sea la última Copa del Mundo de su ídolo y él lo tiene al lado y entonces, Julián va camino al gol sonriendo y va después, a abrazarse con su ídolo. Y todxs disfrutamos y sonreímos. Y si pudiéramos, nos abrazaríamos a ellos dos.

¿Por qué nos volvimos a ilusionar?

Un pibe festeja saltando entre los techos de los colectivos. Otros pibes festejan con una abuela y su bandera de Argentina. Eso se viraliza. Al partido siguiente, más pibes y pibas buscan a personas mayores para festejar juntxs. El Obelisco se llena de gente. Algunxs encuentran el lugar más alto para besarse. Puede ser el techo de un kiosco de diarios o un semáforo. Lo mismo da. La cosa es festejar a los besos y a los gritos. Nenes y nenas salen del colegio y copan la vereda cantando "de los pibes de Malvinas que jamás olvidaré" en loop. En cada esquina, un agite.

Como hace mucho no sucedía, las calles de cada ciudad, de cada pueblo en Argentina se moviliza. La razón: la misma. Sacudirse la tristeza, la congoja, lo que aprieta, lo que angustia y festejar.

La alegría del pueblo, la alegría colectiva, la que suena de la misma manera en todas las calles es lo que nos vuelve a ilusionar.